La noche del 28 de junio de 2012, Claudia Valdez-Sandoval llamó a la policía para pedir ayuda. Se había peleado con su marido. La pelea se había vuelto física y temía por su seguridad y la de sus tres hijos pequeños. Así que corrió a la casa de su vecino con sus hijos a cuestas y le pidió que llamara a la policía para pedir ayuda.

Las fuerzas del orden del condado de Arapahoe llegaron y acabaron deteniendo a Claudia por un delito menor de violencia doméstica, que fue desestimado poco después.

Claudia nunca había sido detenida. Tampoco había estado nunca alejada de sus hijos más de 24 horas. Pero, por pedir ayuda a la policía, Claudia pasó tres noches en la cárcel.

Claudia compareció ante el juez por el cargo de violencia doméstica a la mañana siguiente, el 29 de junio. Su esposo admitió en la corte que él era el agresor, y el juez ordenó que Claudia fuera liberada bajo una fianza de reconocimiento personal. Pero la Oficina del Sheriff del Condado de Arapahoe se negó a liberar a Claudia. En su lugar, la retuvo durante tres días más porque el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas ("ICE"), una división del Departamento de Seguridad Nacional, había solicitado que el sheriff retuviera a Claudia en la cárcel mientras investigaba su situación migratoria. La oficina del sheriff, al igual que la mayoría de las oficinas de Colorado en ese momento, optó por cumplir con la solicitud del gobierno federal, y encarceló a Claudia durante tres días adicionales sin una orden judicial y sin causa probable.

Esos tres días en la cárcel fueron muy dolorosos para Claudia. Vivía en Denver desde 1999, donde habían nacido sus tres hijos. Durante ese tiempo, nunca había tenido un enfrentamiento con la ley, salvo por infracciones de tráfico menores. Nunca imaginó que sería encarcelada, especialmente por llamar a la policía para pedir ayuda. A raíz de este incidente, ha llegado a creer que la policía no está ahí para protegerla, que no puede confiar en ella y que debe evitar el contacto con ella a toda costa. Esta sensación de aislamiento y vulnerabilidad sigue afectando a la Sra. Valdez hasta el día de hoy.